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lunes, 28 de noviembre de 2016

De como el capitalismo y el transporte público implementaron el uso horario...

En una cadena de montaje de zapatos de la época, cada obrero operaba en una máquina que producía una pequeña parte del zapato. Esa parte, pasaba posteriormente a la siguiente máquina..... Si el trabajador que operaba en la máquina nº 5 se dormía y no llegaba a su trabajo, además de no poner en marcha a su máquina...., detenía las demás. Con el fin de evitar percances de ese tipo, fue necesario el adoptar un horario preciso. Cada obrero llegaba al trabajo exactamente a la misma hora. Todos hacían la pausa para comer a la misma hora, tuvieran o no hambre...., y todos volvían a casa cuando una sirena anunciaba que el turno había terminado, aunque no hubieran acabado su proyecto.
La Revolución Industrial transformó el horario, la cadena de montaje.... y algo más. Se adoptó como "patrón de conducta" para casi todas las actividades humanas: escuelas, hospitales, oficinas de gobiernos, tiendas de comercio, etc. El horario se convirtió en el rey. Si el turno en la fábrica terminaba a las 17:00, lo mejor que podía hacer la taberna local de turno, era abrir sus puertas a las 17:02.
Una conexión crucial que hizo que el sistema de horarios se extendiera... fue la del transporte público. Si los obreros tenían que iniciar su turno a las 08:00, el tren o el autobús debía llegar a la puerta de la fábrica a las 07:55. Un retraso de unos pocos minutos reduciría la producción y quizás provocaría el despido de los desgraciados que llegaran tarde.
En 1874 empezó a funcionar en Gran Bretaña un servicio de carruajes con un horario publicado. Se sabía el horario de partida... pero no el de llegada.
Por aquel entonces, cada ciudad y pueblo de Gran Bretaña tenía su hora local, que podía diferir de la de Londres en hasta media hora. Cuando eran las 12:00 en Londres, eran quizás las 12:20 en Liverpool o las 11:50 en Canterbury. No había teléfonos, ni radio o televisión. ¿Cómo se podía saber?
El primer servicio de trenes comerciales empezó a operar entre Liverpool y Manchester en 1830. Diez años después, se publicó el primer horario de trenes. Los trenes eran mucho más rápidos que los antiguos carruajes, de modo que las diferencias singulares en las horas locales se convirtieron en un grave fastidio.
En 1847, las compañías británicas de ferrocarriles se pusieron de acuerdo en que a partir de entonces todos los horarios de trenes se sincronizarían según la hora del Observatorio de Greenwich, en lugar de hacerlo con la hora local de Liverpool, Manchester o Glasgow. Finalmente, en 1880 el gobierno británico dio el paso sin precedentes de legislar que todos los horarios de Gran Bretaña debían seguir el de Greenwich.
Cuando los medios de comunicación -primero la radio y después la TV- hicieron su debut, entraron en un mundo de horarios y se convirtieron en sus principales evangelistas y difusores.
Entre las primeras cosas que las emisoras de radio transmitían, figuraban las señales horarias, pitidos que permitían a los poblados alejados y a los buques en alta mar poner en hora sus relojes. Posteriormente, las emisoras de radio adoptaron la costumbre de emitir las noticias cada hora. En la actualidad, lo primero que se oye en cualquier noticiario es la hora.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las noticias de la BBC se emitían a la Europa ocupada por los nazis. Cada programa de noticias se iniciaba con una emisión en directo de las campanadas del Big Ben que daban la hora: el mágico sonido de la libertad. Ingeniosos físicos alemanes encontraron la manera de determinar las condiciones meteorológicas en Londres sobre la base de minúsculas diferencias en el tono de las campanadas. Dicha información ofrecía una valiosa ayuda a la Lutwaffe. Cuando el servicio secreto lo descubrió, sustituyeron la emisión en directo por un registro del sonido del famoso reloj: los famosos "pitos". Pero esa es otra historia....

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