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miércoles, 1 de abril de 2015

La vida son momentos...

Soy un traficante de momentos apoteósicos y emocionantes, o por lo menos, es lo que eso creo que soy, cuando mi mente viaja a través del tiempo que he vivido, que vivo y que viviré.

Cuando una persona muere, sólo muere aparentemente, continúa viva en el pasado... todos los momentos; el pasado, el presente y el futuro; siempre han existido y siempre existirán. en algún momento podremos contemplar todos los momentos (diferentes "momentos" porque no hay otra palabra que exprese mejor como se desarrolla mi vida, no es lineal, son momentos que se entrecruzan, no hay principio, no hay final, sólo momentos) diferentes al mismo tiempo, como Griffin el Arcaniano de MIB3, como el Billy Pilgrim, secuestrado por los tralfamadorianos, que nos descubre mi admirado Kurt Vonnegut, y del que muchas de las frases escritas en este post, fueron antes pensadas y plasmadas en papel por él.
Creemos que un momento sigue a otro y que cuando un momento pasa, queda en nuestro pasado, se instala en nuestros recuerdos, y ahí queda instalado, hasta que lo recuperamos o se olvida; en resumen, ha pasado para siempre, pero no es más que una ilusión. Me he dado cuenta de la permanencia de todos los momentos y puedo contemplar cualquiera de ellos que me interese.

Cuando algo malo te pasa, te culpas o culpas a alguien o a algo, pero realmente, sólo te encuentras mal en ese momento particular, pero puedes encontrarte estupendamente en cualquier otro momento... "Así son las cosas, así son los momentos, aunque tú no puedas comprenderlo. Todo es verdad."

La humanidad, prácticamente todas las personas, ven el espacio y el tiempo como si fuese la manera más corta de llegar de un punto a otro, y siempre en la misma dirección futuro, haciendo al presente pasado, en el mismo instante en que este se produce. Sin embargo, yo, veo al mismo tiempo los infinitos caminos que unen esos dos puntos que son mi nacimiento y mi muerte, y veo todos los momentos, todos los que se producen, entre esos dos puntos, a mi antojo, o eso creo.

Si lo piensas, cada una de las cosas que haces desde que te despiertas hasta que te duermes marcan lo que harás mañana desde que te despiertas hasta que te duermes; con lo que vivir el ayer, el hoy o el mañana, no tiene mucha diferencia. Lo que has hecho, ya lo has hecho, y así lo has vivido, así lo recuerdas, lo que eras ayer, ya no lo serás hoy, pero ambos son momentos, y yo puedo vivirlos cuando quiera. Cada momento es único y he aprendido a huir de los malos, a vivir solo los buenos, a revivir siempre los buenos, porque de eso trata la vida, vivir los buenos momentos mientras no te acuestes. Vivirlos todos, nada empieza o acaba, sólo son momentos.
No soy como esos sacerdotes, curas, obispos, arcedianos, predicadores, profetas, popes, papas, patriarcas... que compran palabras y venden humo en frases. Mis palabras, mis frases, ya estaban compradas y todas han sido dichas, apenas existen diferencias entre estar dormido o despierto, tampoco distingo entre andar o quedarme quieto. Me critican por posponer mis acciones hasta la extenuación, suelo decir que me haré de alguna religión tan pronto como decida cuál es la verdadera; al final, me muero sin decidirlo, lo sé, he visto el día de mi muerte, y luego ya no hay nada más; resulta que acierto, eran todas falsas, y mira que hay religiones y dioses, y resulta que no existe tal verdad. Jesús murió crucificado porque era un don nadie y un estorbo para muchas personas mejor relacionadas que él.

La primera vez que me alejé del tiempo, recorrí mi vida hasta el final. Aquel día la temperatura había bajado de una manera sorprendente, o por lo menos así lo percibía yo, experimenté la muerte durante un rato, se trataba de un ligero zumbido. No había luces, ni otros sonidos, tampoco olores, era un zumbido sordo. Ya no existía nadie y a la vez todos seguían allí, porque otros estaban vivos. Sentí, o eso creo, que todo estaba bien, y que todo el mundo tiene que hacer exactamente lo que hace y después retrocedí hasta el momento justo antes de mi concepción, luego regresé de nuevo a la vida, a lo que llamáis presente, me detuve y pensé, pero no valía de nada, pensar solo sirve si quieres comprender algo, esto no se puede comprender, así es, toda la verdad.

No quiero decir que viajé en el tiempo, nunca ha sucedido tal cosa ni nunca sucederá, será mi locura la alucinación de un hombre moribundo, me preguntaba, e inmediatamente, la alucinación fue perdiendo intensidad y dando paso a otro parpadeo por el tiempo. El pasado, el presente y el futuro es algo que no podía cambiar. Me dejaba guiar por el amor y por la falta de amor, el amor me decía cuando debía seguir adelante y la falta de amor me decía cuando debía detenerme.

Siempre estoy donde debo estar en ese instante, veo el tiempo en su totalidad, de la misma forma que tú puedes ver un paisaje. Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tomo los momentos como lo que son, momentos, me doy cuenta de todos somos lo que somos.

Cuando se ve el tiempo todo a la vez, da una imagen de vida maravillosa, sorprendente e intensa. no hay principio, no hay final, no hay causas, no hay efectos. Es la profundidad de todos los momentos vistos todos a la vez. La vida es un largo rodeo a ninguna parte. Digo sí, digo no; todo es y cada momento es vivido.

Conozco el fin de la tierra, me dijo una vez un amigo que jamás podréis conocer, porque él no es humano, él es tiempo y espacio, es todo, es principio y fin, es la verdad y no lo es, es una especie de autoestopista galáctico, y los humanos no tienen nada que ver con él, a excepción de que mucho antes de que ocurra, habremos desaparecido, ya habremos tenido nuestro final. Cuando explico todo esto, me preguntan, y no puedes evitarlo de alguna forma, y contesto que no, que yo no puedo hacer nada, y él tampoco. Siempre ha pasado, me contó y siempre pasará, me dijo. Siempre he dejado que pasara, me explicó y siempre dejaré que pase, finalizó. el momento ha sido estructurado así, todos los momentos convergen hacia ese último momento, son miles de millones de trillones de momentos, y convergen en ese final, no hay nada más.

Comprendí que...
...la única solución, es ignorar los malos momentos y concentrarse en los buenos.
...son muchos los que son incapaces de amarse los unos a los otros, porque no se aman a sí mismos. ...no intentan escuchar para entender, sino para contestar.


Slaughterhouse-five or The children's crusade - Kurt Vonnegut


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