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martes, 7 de mayo de 2013

Espero no enamorarme de ti...

Cada uno de nosotros es energía latente con su particular capacidad de expansión e influencia.

Y como toda energía, para que se expanda e influya, precisa del contacto adecuado.

Cuando falla la esencia del entendimiento, que es la disposición para transmitir a otros nuestra energía y a la vez recibir la suya, solo queda espacio para el aislamiento, ese moho en el que germina el orgullo sin causa, la tristeza y a veces incluso el odio.

Hay puertas que se nos cierran porque no sabemos abrirlas.

Queremos tener la llave maestra olvidando que ésta lo es porque se adapta a los vericuetos únicos de cada cerradura.

Entenderse para construir es la gloriosa capacidad de compartir inteligencia.

Pasa por saber razonar, escuchar y, cuando procede, aceptar y asumir, partiendo siempre de una premisa...

...en la báscula del entendimiento, jamás el peso de la razón estuvo exclusivamente situado en uno de los dos platos.


Espero no enamorarme de ti,
porque enamorarme me pone triste.

Tu mirada atraviesa el aire
como una flecha hacia mis ojos,
giro mi cabeza al sentirla,
mientras la música alegra mi noche.

Mis ojos te observan descentrados por las cervezas,
mientras mi cuerpo pide una silla triste,
en donde apoyar la poca razón que me queda esta noche.

Quizás -pienso en voz alta- sea mi pasaporte hacia ti,
te la acerco, ofreciéndotela con cortesía,
al ver que tu compañía se aleja,
llena de sentimientos de "perro viejo" que no comprendes.

Estás sola como yo, por eso me miras, no???

Llevo mi triste silla a tu lado,
alegrándola con mi mejor sonrisa,
esperando que no te enamores de mí...

Te sonrío, me sonríes,
te pregunto, que tomas???
y una cerveza bien fría me pides,
me alejo dejando nuestra silla triste a tus pies.

Voy a la barra a pedir,
vuelvo, y ya no estás,
miro a un lado y a otro,
el bar está vacío, ya no te encuentro.

En tu lugar, está mi silla triste,
ya no es nuestra, ahora solo es mía,
me acerco a ella con las dos cervezas bien frías,
me siento, bebo una, luego la otra...

...y pienso que tengo razón,
y como siempre me equivoco,
supongo que no sabías que podría haberte hecho feliz,
pero sabías que si me lo impones, dejo de sentir,
por eso no me pides que me enamore de ti...




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